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entre tanto acto de histeria pública y descarada, decidí aislarme por un tiempo. compré yerba, frutillas, papel higiénico y cigarrillos, y pasé un mes encerrada en mi departamento. nada me hizo falta. incluso desconecté el telefóno de línea (el celular no, por prudencia: no quería que los bomberos tiraran abajo la puerta de mi casa para cerciorarse de que seguía con vida), corté la ficha del cable del televisor, y no pagué ni el gas ni las expensas. los intereses por un mes de morosidad son mínimos, ya lo tenía calculado. abandoné todo compromiso social, académico y cultural que podía surgir, y cancelé citas con médicos, amigos y desconocidos.
lo que quería contar es que me encerré, un mes, en mi casa. cansada de todo y de todos, me quedé sola conmigo misma, mis libros y mi música. la computadora tampoco fue prendida durante dicho aislamiento.
descubrí pues, unas cuantas cosas:
- puedo estar dos días sin bañarme. sólo dos.
- no necesito hablar con nadie para decir algo.
- hablar solo es divertido, sano y curativo.
- no tolero la cama deshecha más allá del horario del mediodía.
- el que inventó el mate, fue el más grande genio de todos los tiempos.
- el que inventó el tabaco fue el segundo.
- cortázar escribió todo lo que yo quise leer.
- bukowski todo lo que yo quise vivir.
- benedetti todo lo que yo quise soñar.
- no puedo pensar cuando hay muchas luces prendidas.
- el día no empieza hasta que no levanto las persianas.
- el cuadro de klimt en la pared izquierda cada día luce mejor.
- las personas no saben lo que tienen hasta que lo pierden.
- la anterior reflexión es una pedorrada, pero muy cierta.
- sólo tres personas notaron mi ausencia. el resto, ni se enteró.
- no necesito notificar a nadie lo que hago.
- no puedo escribir si no estoy sufriendo por dentro.
- tolero perfectamente el silencio durante el día.
- no soporto la noche sin sonido.
- sin música, no puedo hacer nada. de nada.
- spinetta consumió demasiados alucinógenos en los setenta.
- nadie sabe realmente lo que me pasa por la cabeza.
- ni yo sé realmente lo que me pasa por la cabeza.
- hay que lavar los platos inmediatamente después de comer.
- si lo anterior no es realizado, reina el desorden mental.
- limpiar los vidrios es un buen antibiótico contra la soledad.
- no hay buenos antibióticos contra la soledad.
- no hay rincón en esta casa que no te haga regresar.
- sólo me preocupé dos veces: una fue cuando quemé la alfombra con el cigarrillo. la otra fue cuando pensé en vos.
- pensé que no había nada por hacer. no hice nada. no pensé en nada.
- acabé por comprender a descartes, y volví a pensar y a existir.
- te extrañé visceralmente desde las profundidades de mis sábanas.
- no puedo estar más de dos días sin tocar la cámara de fotos.
- todavía quedan rincones que fotografiar entre estas cuatro paredes.
- cada vez que sonrío es porque me acuerdo de tus cosquillas.
- todo lo que escribo te lo debo a vos. hace tanto y aún así.
- no necesito dinero, zapatos ni teléfonos.
- te necesito aunque no quiera.
- y, finalmente, puedo desaparecer completamente por un mes; puedo desenchufarme, apagar las luces y encender los sentidos; puedo prescindir de las veredas y los adoquines, del contacto con otros seres, de la voz y del dinero; pero no puedo, tolero, ni quiero dejar de quererte.
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entre tanto acto de histeria pública y descarada, decidí aislarme por un tiempo. compré yerba, frutillas, papel higiénico y cigarrillos, y pasé un mes encerrada en mi departamento. nada me hizo falta. incluso desconecté el telefóno de línea (el celular no, por prudencia: no quería que los bomberos tiraran abajo la puerta de mi casa para cerciorarse de que seguía con vida), corté la ficha del cable del televisor, y no pagué ni el gas ni las expensas. los intereses por un mes de morosidad son mínimos, ya lo tenía calculado. abandoné todo compromiso social, académico y cultural que podía surgir, y cancelé citas con médicos, amigos y desconocidos.
lo que quería contar es que me encerré, un mes, en mi casa. cansada de todo y de todos, me quedé sola conmigo misma, mis libros y mi música. la computadora tampoco fue prendida durante dicho aislamiento.
descubrí pues, unas cuantas cosas:
- puedo estar dos días sin bañarme. sólo dos.
- no necesito hablar con nadie para decir algo.
- hablar solo es divertido, sano y curativo.
- no tolero la cama deshecha más allá del horario del mediodía.
- el que inventó el mate, fue el más grande genio de todos los tiempos.
- el que inventó el tabaco fue el segundo.
- cortázar escribió todo lo que yo quise leer.
- bukowski todo lo que yo quise vivir.
- benedetti todo lo que yo quise soñar.
- no puedo pensar cuando hay muchas luces prendidas.
- el día no empieza hasta que no levanto las persianas.
- el cuadro de klimt en la pared izquierda cada día luce mejor.
- las personas no saben lo que tienen hasta que lo pierden.
- la anterior reflexión es una pedorrada, pero muy cierta.
- sólo tres personas notaron mi ausencia. el resto, ni se enteró.
- no necesito notificar a nadie lo que hago.
- no puedo escribir si no estoy sufriendo por dentro.
- tolero perfectamente el silencio durante el día.
- no soporto la noche sin sonido.
- sin música, no puedo hacer nada. de nada.
- spinetta consumió demasiados alucinógenos en los setenta.
- nadie sabe realmente lo que me pasa por la cabeza.
- ni yo sé realmente lo que me pasa por la cabeza.
- hay que lavar los platos inmediatamente después de comer.
- si lo anterior no es realizado, reina el desorden mental.
- limpiar los vidrios es un buen antibiótico contra la soledad.
- no hay buenos antibióticos contra la soledad.
- no hay rincón en esta casa que no te haga regresar.
- sólo me preocupé dos veces: una fue cuando quemé la alfombra con el cigarrillo. la otra fue cuando pensé en vos.
- pensé que no había nada por hacer. no hice nada. no pensé en nada.
- acabé por comprender a descartes, y volví a pensar y a existir.
- te extrañé visceralmente desde las profundidades de mis sábanas.
- no puedo estar más de dos días sin tocar la cámara de fotos.
- todavía quedan rincones que fotografiar entre estas cuatro paredes.
- cada vez que sonrío es porque me acuerdo de tus cosquillas.
- todo lo que escribo te lo debo a vos. hace tanto y aún así.
- no necesito dinero, zapatos ni teléfonos.
- te necesito aunque no quiera.
- y, finalmente, puedo desaparecer completamente por un mes; puedo desenchufarme, apagar las luces y encender los sentidos; puedo prescindir de las veredas y los adoquines, del contacto con otros seres, de la voz y del dinero; pero no puedo, tolero, ni quiero dejar de quererte.
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de las 39 conclusiones tuyas, la n° 28 cita a la mejor playa vuelta casa. y suma 10 su numerología, pero si le agregamos una unidad -porque es la que faltaría para completar las 39- suma once, claro está. y menos mal que son 39 las conclusiones y no los grados en el termómetro azulturquesa de uno que sabe hacerte salir sin dejar el sur. finalmente, gracias por escribir.
ResponderEliminaren las sesenta y cinco palabras que alguna vez te escribí justificando por qué te quería, debí haber incluído que (también) te quiero porque tenés una obsesión irremediable y fascinante por los números.
ResponderEliminary porque existís, claro está.