6.7.08

capítulo 12

Gregorovius le acarició el pelo, y la Maga agachó la cabeza. "Ya está", pensó Oliveira, renunciando a seguir los juegos de Dizzy Gillespie sin red en el trapecio más alto, "ya está, tenía que ser. Anda loco por esa mujer, y se lo dice así, con los diez dedos. Cómo se repiten los juegos. Calzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más que sabido. Pero si soy yo mismo acariciándole el pelo, y ella me está contando sagas rioplatenses, y le tenemos lástima, entonces hay que llevarla a casa, un poco bebidos todos, acostarla despacio acariciándola, soltándole la ropa, despacito, despacito cada botón, cada cierre relámpago, y ella no quiere, quiere, no quiere, se endereza, se tapa la cara, llora, nos abraza como para proponernos algo sublime, ayuda a bajarse el slip, suelta un zapato con un puntapié que nos parece una protesta y nos excita a los últimos arrebatos, ah, es innoble, innoble. Te voy a tener que romper la cara, Ossip Gregorovius , pobre amigo mío. Sin ganas, sin lástima, como eso que está soplando Dizzy, sin lástima, sin ganas, tan absolutamente sin ganas como eso que está soplando Dizzy".

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rayuela.

2 comentarios:

  1. Bueno, Cortázar sabía muy bien que aunque Dizzy soplara sin ganas, con el simple hecho de saber que él estaba soplando la trompeta, era razón suficiente como para pensar en algo sublime.

    Pero para qué contradecirlo... mejor me contengo, "... sin ganas, tan absolutamente sin ganas como eso que está soplando Dizzy".

    Saludos

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  2. El mejor libro que lei en mi vida... simplemente maravilloso, el Cortazar vagabundo por las calles de Paris, el romanticismo ganado, los personajes... que genialidad.Saludos, encontre tu blog por el blog de Lisandro....
    Besos!!

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