12.11.09

repeluz, repesol .

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No había forma posible de desenredarse. A esa hora de la mañana, a esa altura de las circunstancias y de los besos, no había escapatoria. Entonces eran movimientos tenues, poco calculados, involuntarios, con la torpeza característica de quien aún no ha abierto las pestañas a la ciudad. Caricias por debajo de la manta que sólo cubría las caras, mas dejaba las piernas descubiertas al aire pesado y caluroso de una habitación cansada de sentir. Respiración entrecortada, besos robados por la espalda, brazos extendiéndose hacia el infinito, aquel que termina donde empiezan tus manos. Pies descalzos, muslos contraídos rítmicamente al compás de tu sístole y mi diástole. Los primeros rayos de la mañana colándose intrépidamente por las hendijas de la persiana mal cerrada, para hacernos saber que ya no habría regreso. Aquel repeluz, repesol, repeamor, era nuestro único rincón posible de encuentro sin preguntas, de besos sin respuestas. Nuestro escondite, nuestro centímetro cuadrado del colchón que nos queda chico si somos dos, y tan grande me resulta cuando no estás. Boca abierta, ojos cerrados, corazón alterado, manos apretadas, piel gastada. Repeluz, repesol.

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2 comentarios:

  1. y un centimetro cuadrado de colchon que extraño más que un metro cuadrado de cielo--- como duele extrañar..


    gracias por dejarme leerte

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opiniones al respecto.. o no.