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cuando a la noche se le de por venir
hecha brisa en mi ventana,
y consagre la primavera
en el filo de mi almohada,
habré entendido por fin
lo concreto de extrañarte.
y si no quedaran restos,
ni cenizas, ni aire puro.
y si el recuerdo que conjuro
te abrigara entre tus sábanas,
sabría que casi nada
está vacío de esperanza.
que anochezca sin piedad,
que yo ya estoy acostumbrada
a la ausencia de tu piel,
al perfume de la nada.
volveré mi mirada al sur,
allí donde te he dejado,
y entenderé, una vez más
que lo concreto ya ha pasado.
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