31.10.08


a mí nunca me había pasado eso, las cosas me venían y yo las manipulaba y las revertía y las bumerangueaba sin salirme de mi cáscara hasta que en una de esas, precisamente cuando podía sentirme más acascarado que nunca, no solamente es la confusión que te llena el cenicero de puchos amargos sino que todo, los amores, los sueños, el gusto del café, el subte, los cuadros y los mitines se empiezan a torcer, a mezclar, se enredan entre ellos ~
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cortázar, está claro.


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